Querido tío Juan:
Raúl
empieza a viajar con el camión una vez por semana a Córdoba y se ofreció como mensajero. ¿Cómo están sus cosas por
la ciudad? Aquí no se imagina lo lindo que está el maíz con tanta lluvia. Dicen
que hace como quince años que no llovía así, para la época en que usted se fue para
allá. Si hasta don Ayala, el del campo vecino suyo ¿se acuerda?, está queriendo
arar la chacra antes de que se le pase el tiempo. ¡Viejo sinvergüenza! Tenía el
arado de mancera oxidado de tanto que no lo usaba. Ojalá que no venga piedra ni
nada que arruine la cosecha. Dice Tomás si no le puede mandar esa revista de
motos de la vez pasada, que aquí en el pueblo no la consigue.
Esperamos
noticias suyas. Un gran abrazo
Pepe
Querido
Pepe:
Me
alegra que Raúl nos haga la gauchada de llevar y traer mensajes. ¿Así que Ayala
se decidió a trabajar después de viejo? ¡Qué lo parió, las cosas que logra una
buena lluvia! Aquí todo está tranquilo, la gente un poco molesta con tanta
agua, vos viste como son en la ciudad. Estoy trabajando en una obra grande,
tengo como para cuatro meses antes de terminarla. A lo mejor, con lo que
saquemos este año en la cosecha, me alcanza para cambiar la camioneta, porque esta
ya no da más. Avisame si necesitás que te mande algún repuesto para el tractor
antes de que se venga la cosecha, que encontré una casa que los vende muy baratos.
Teneme al tanto de todo.
Saludos
Juan
Querido
tío Juan:
Le
escribo para que vea si me puede mandar un rodamiento para la rastra
de discos, que se atascó el otro día. Resulta que don Ayala me pidió la
gauchada de pasársela por el campo antes de sembrar y ahí fue que se
trabó. Se da cuenta cual es ¿no? A todo esto, mientras estábamos haciendo el
trabajo, desenterramos un hueso grande, al borde de la aguada del algarrobo. De
vaca seguro que no es. Se lo llevó Tomás (dice que gracias por la revista) para
mostrarlo en el colegio. Después le cuento.
Nos
vemos
Pepe
Querido
Pepe:
¡Puta
que había sido atolondrado el viejo Ayala! Como si no supiera que nadie ha
trabajado nunca hasta los bordes del tajamar. Decile que siembre rápido, porque
si no el maíz no va alcanzar a madurar. Aquí van los repuestos y otra revista
para Tomás.
Nos
vemos
Juan
Querido
tío Juan:
No sabe
el revuelo que hay en el pueblo. Tomás le mostró a la maestra el hueso ese
que le conté y la maestra, que es de Córdoba, lo llevó al agente Duarte, el
nieto de don José. El hombre fue con la pala a inspeccionar el sitio y encontró
un montón de huesos: brazos, dedos, costillas, un esqueleto completo, con
cráneo y todo. Dice Duarte que no es de la época de los indios, que parece más
fresquito. Ya mandó el paquete a Córdoba para que lo revisen los entendidos. Si
quiere le cuento cuando vuelvan los resultados.
Saludos
Pepe
Querido
tío:
Como no
recibí respuesta de mi última carta, lo pongo al tanto de las novedades. Los
forenses de Córdoba mandaron a decir que el esqueleto es de una mujer de unos
cuarenta años, que puede llevar enterrada como quince. ¿Usted no se acuerda
antes de irse a Córdoba si hubo alguna desaparecida? Yo era chico, pero creo
que debe ser para la época en que se murió la tía. Usted mismo me contó cómo se
la llevó la creciente de ese año, que fue muy lluvioso, como este. Nunca
encontraron el cuerpo ¿no? Me dijo el agente Duarte que en una de esas se hace
una escapada a Córdoba para hablar con usted, que a lo mejor le puede dar
alguna pista. El maíz sigue lindo. Don Ayala ya sembró, y no sabe lo bien que
le está creciendo junto al tajamar. Debe ser porque es tierra que nunca se trabajó.
Saludos
Pepe
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